Hugo Cores y el Congreso del FA: Gobernar es luchar

hugo cores

Por Adriana Cabrera Esteve                                                                                                                                           

Que el próximo Congreso del Frente Amplio lleve el nombre de Hugo Cores es de una enorme carga simbólica.  No se puede pensar en Hugo, sin pensar en su capacidad de lucha por justicia social; no se puede pensar en él, sin pensar en derechos humanos.

Si tuviera que atribuir a algo su compromiso con los ddhh, diría que tuvo tres vertientes. La primera fue el valor que los viejos anarquistas dieron a la solidaridad. Esta estuvo integrada a su propuesta  ideológica, creían en la construcción de una sociedad basada en la solidaridad. Mucho después, durante el “pachecato” y la dictadura militar este valor se tradujo en solidaridad con los presos políticos y sus familias.

Siendo marxista, Hugo siempre reivindicó el compromiso del anarquismo con los valores ideológicos, valores vinculados a la defensa de la libertad, la igualdad, la justicia, la cooperación y muy en particular a la defensa de estos valores con sus prácticas de vida, por eso, se convirtieron en una ética personal.

La segunda vertiente se podría decir que venía de su propia experiencia existencial. Como todos los luchadores de su época, Hugo conoció la tortura y la prisión. Desde las luchas juveniles, la represión a los bancarios en el 68 y 69, luego en 1971, hasta la más dura en Buenos Aires donde fue secuestrado un 14 de abril de 1975. Allí se encontraba organizando el congreso fundacional del PVP cuando fue secuestrado en un bar. Lo habían estado esperando en el Correo Central donde tenía una casilla de correo. Allí comenzó la persecución. Logró escapar del Correo,  subió a un ómnibus seguido por los autos de los militares y concluyó en un bar de Alem y Sarmiento donde antes de ser capturado gritó que era Hugo Cores, que lo querían secuestrar y pidió que llamaran a un senador de la República Argentina. Ya detenido, Hugo siguió gritando su nombre y pidiendo que alguien denunciara su secuestro. Fueron días de durísimas torturas pero había logrado que su foto y el relato de su secuestro estuvieran en la prensa nacional e internacional. Apareció   en una comisaría de San Justo. Luego fue trasladado al Penal de Sierra Chica. Fue la solidaridad lo que impidió su desaparición. El jurista argentino Leandro Despouy y el francés, Jean–Louis Weil protagonizaron las gestiones que terminarían con su aparición y posterior  exilio  en Francia. Este vínculo daría lugar a lo que pienso fue la tercera vertiente, la relación con el grupo de juristas nacionales e internacionales que aportarían desde el conocimiento del derecho, el marco teórico a la táctica de denuncias que impulsaría Hugo y el Partido por la Victoria del Pueblo en Europa primero y en América Latina después. Las denuncias ante el Tribunal Russell, la creación del Secretariado Internacional de Juristas por la Amnistía en Uruguay, el apoyo a la lucha de los familiares de los detenidos desaparecidos y de los presos políticos, la denuncia de la dictadura uruguaya ante los organismos internacionales y también la coordinación y la unidad con todas las fuerzas que se oponían a la dictadura.

Estas ideas no sólo aportarían a la lucha por la democracia, sino que se convirtieron en una mirada sobre la construcción de ciudadanía. Ya no se trataba de la solidaridad hacia las víctimas de la dictadura, sino de las normas que deben regir la convivencia en un Estado democrático. La impunidad quebraba y quiebra esas normas básicas: igualdad ante la ley, el derecho de las víctimas a conocer la verdad, a que sea reparado el daño, el acceso a la justicia, las garantías de no repetición de los crímenes. Por eso en julio del 2005 decía: “la labor del FA no se agota con proponer soluciones económicas sino con un nuevo concepto de ciudadanía. Una cultura solidaria, antagónica a la que propone el neoliberalismo. Solidaridad y no ley-de-la-selva. Verdad y no ocultamiento. Justicia y no impunidad. La movilización espiritual y cultural de la nación, de sus jóvenes, de sus creadores, de sus artesanos, sus artistas, sus intelectuales, sus obreros y de sus empresarios, que quieren crecer y hacer crecer al país, todo eso, es una propuesta que va más allá de la acción administrativa del gobierno”.

Hugo veía el gobierno como un campo de lucha. Lucha como en la vida misma. Entre el compromiso de la acción política y la pasividad, entre el pensamiento crítico y la inercia, entre los simplismos demagógicos y los razonamientos complejos, entre la inflexibilidad o la atención a las divergencias, entre ser razonables y adaptativos o atrevernos a luchar por aquellas banderas que son “nuestra memoria y nuestra identidad”. No basta con tener el gobierno, es necesario “enamorar” como se dice últimamente. Enamorar, mostrar que se está haciendo lo que prometimos y “denunciar los obstáculos que las derechas nos han colocado en el camino”.

En varios temas este Congreso tiene esas disyuntivas.

Tenemos un Poder Judicial que se ha convertido en un bastión de la derecha. ¿Por qué no decirlo? Las sentencias de la SCJ alarman a la comunidad internacional mientras,   por si teníamos dudas sobre su origen ideológico, van acompañadas de la jactancia del Semanario Búsqueda. Protegen los intereses de los terratenientes, de los acreedores de PLUNA y de los criminales de lesa humanidad y violan los derechos de los magistrados y las víctimas de la dictadura, amparados en la independencia de poderes que no supieron defender cuando debían eliminar la Ley de Caducidad que sí la violaba. Nuestro congreso debe incorporar este tema a su agenda. Proponerle a la ciudadanía desconcentrar el poder que tiene actualmente el máximo órgano del Poder Judicial y reformar también la Ley de la Judicatura dotando de transparencia y estableciendo criterios claros de ingreso y ascenso de los magistrados.

Se debe reimplantar el impuesto de Primaria a los terratenientes, eliminar los privilegios jubilatorios de los militares, poner impuestos a las zonas francas para que las riquezas sean mejor distribuidas y poder atacar ese 24% de pobreza infantil  que aún nos avergüenza. Para eso estamos, para favorecer a los desposeídos, para construir mayor justicia social. Son estas medidas las que entusiasmarán a las nuevas generaciones como han entusiasmado la agenda de derechos y la Ley de Medios. Sabemos que son espacios de poder duros pero no por eso intocables.

Hugo supo de divergencias y de unidad de acción. Durante su juventud fue un integrante orgánico de la FAU en una familia de comunistas y un marxista no ortodoxo entre anarquistas. Su madurez lo encontró estudiando a los estructuralistas marxistas, a Gramsci, muy cerca de las luchas y lejos del marxismo leninismo ortodoxo. Es esa mixtura entre valores ideológicos comprometidos con la lucha de los más humildes, su vida, los derechos humanos y la filiación al marxismo crítico lo que dio la significación a sus aportes que hoy homenajeamos ante este nuevo congreso del FA.

 Fotografía de Juan Angel Urruzola

Publicado en Voces 21/11/13

4 respuestas a “Hugo Cores y el Congreso del FA: Gobernar es luchar”

  1. Hola Adriana, muy buena tu minihistoria de Hugo, muy cierta por cierto (valga la redundancia) conocí a Hugo en 1956, cuando yo era dirigente estudiantil secundaria y el estaba en el viejo Preparatorios, y en puerta de ser dirigente de FEUU, compartí con el y otros compañeros la lucha por la autonomía universitaria que desembocó en la Autonomía y participamos de las primeras reuniones en la Universidad de la República con la consigna Obreros y Estudiantes Unidos y Adelante, luego seguimos caminos paralelos y nos encontramos en Buenos Aires en 1975, cuando el fue a mi casa para ver si podía ayudarlos a buscar material para un libro que estaba preparando sin abandonar por supuesto la militancia.
    Fue la última vez que lo vi, pero siempre a tenido un lugar preferencial en mis recuerdos, Un abrazo para ti.

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    • Hola Mirtha,
      Hay algo lindo en descubrir los pequeños surcos que las personas que queremos dejan entre nosotros. La cantidad de historias no contadas. Frecuentemente me da miedo que las personas se vayan sin contarlas todas aunque muchos no lo hacemos por humildad. Yo tuve la suerte de cruzarme muchas veces a Hugo en mi vida, desde mi niñez (mi padre era militante bancario) hasta el final. Debe haber sido la persona que más influyó sobre mí. Y todavía lo hecho de menos.
      un abrazo y gracias por lo que me contás.

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