Entrevista a Eugenio Ayala
Subdirector de la División de Desarrollo Productivo de la Intendencia de Artigas

Artículo 22
Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social,
y a obtener…
… la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales,
indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad.
De la Declaración Universal de Derechos Humanos
Durante la crisis económica del 2002, a todos nos sacudieron las graves denuncias en materia de desnutrición infantil que venían del departamento de Artigas. Con el gobierno del Frente Amplio empezaron a haber signos de despegue. Emprendimientos de la envergadura de ALUR y las políticas socioeconómicas de carácter nacional permitieron salir de la emergencia a los sectores más carenciados. Pero nada es de un día para el otro. Hoy, la Intendencia de Artigas, por primera vez con un gobierno frenteamplista a cargo de una mujer, enfrenta el desafío de impulsar el desarrollo productivo y con él la inclusión social. Eugenio Ayala (Pachi), subdirector de la División de Desarrollo Productivo del departamento, nos habla de sus esfuerzos.
“Los proyectos que estamos trabajando tienen un gran contenido social y de inclusión. Las dimensiones que nosotros les damos a estas políticas están vinculadas al desarrollo rural que para nosotros pasa por la organización de la gente. Desembarcar con políticas sociales y de desarrollo en los lugares donde no han entrado otras políticas nacionales supone cumplir un rol de articulación y trabajar con la pobreza. Ellos son los grandes olvidados y los que aumentan las estadísticas de éxodo del medio rural” nos dice Ayala. Desde la División que dirige se promueve la asociación de productores y trabajadores rurales, en parte siguiendo los lineamientos del Ministerio de Ganadería que viene trabajando en un registro de los productores con menos de 500 hectáreas de tierra. En Artigas son los que enfrentan mayores dificultades económicas y de integración a procesos colectivos de producción. En esas familias de productores “muchos gurises han dejado de ir a la escuela, muchos salen del medio rural porque no es atractivo para desarrollarse, el trabajo femenino es muy escaso y en la familia, al ser una organización machista, la mujer cumple el trabajo pero no tiene posibilidades de desarrollarse, ni económica ni socialmente” agrega.

Se proponen tener en cuenta las políticas de género y juventud impulsando la capacitación de esos sectores para el desarrollo productivo. “Estamos trabajando fuerte en la presencia de la escuela en el medio rural, lamentablemente tenemos deficiencias a nivel nacional, hay escuelas que no tienen luz o que funcionan con dos o tres alumnos, o que no pueden trabajar con las XO, los locales están bastante desmejorados en algunos casos. Creemos que la escuela es un eslabón importante en estas políticas sociales que desde el gobierno departamental y el gobierno nacional podemos llevar adelante”. Se trata de un trabajo de articulación también con el Ministerio de Ganadería y con el MIDES que “tiene una buena penetración en el medio rural”.
Otro de los problemas que encuentran es el del derecho a la ciudadanía, “hay muchos lugares en la campaña donde los gurises no tienen cédula”. Para resolverlo coordinan con el Ministerio del Interior.

Cuando se trata de impulsar el desarrollo productivo lo hacen a través de proyectos con un componente social importante. Por ejemplo “un fondo de desarrollo lechero. La realidad departamental es diferente a la del resto del país, acá el 80% de la producción es de leche cruda y los productores son extremadamente chicos. Primero hay que trabajar en la organización de los productores, en la formación de cooperativas”. A esto se han abocado desde el 2007. Luego comenzaron “a trabajar en el fortalecimiento institucional del trabajador lechero y su familia”. Ayala enumera los componentes de este proceso: capacitación, búsqueda de alternativas, participación de los productores en las asambleas para que sean verdaderos procesos autogestionados y participación en la toma de decisiones de la gran mayoría de las personas. Para eso crearon “un fondo de estímulo a la producción lechera formal que permite mejorar la sala de ordeñe, mejorar la calidad de la comida y el rodeo genético”. Este proyecto se encuentra en su segunda fase y en él se han invertido 200.000 dólares. Ahora se trata de buscar formas de industrialización de la leche, “para esto se contrató a una consultoría financiada por la Oficina de Políticas Territoriales de OPP y el Ministerio de Industria. Esto nos va a permitir dar un salto cualitativo en la producción lechera y en la organización. Este es un proceso instalado que está madurando hacia una cooperativa formal y trabajamos en la conformación de una sociedad de fomento que nuclee a todos los grupos que se vayan armando de pequeños productores y asalariados rurales”.

Ayala divide el departamento y las posibilidades de desarrollo según la calidad de su suelo. “La zona oeste con sus problemas y sus virtudes, tiene suelos profundos con gran empuje de agroindustrias como ALUR. Allí hay productores con una cultura de industrialización importante como la azucarera y la generadora de energía alternativa. Luego está la zona este con suelos de basalto superficial, suelos pobres con alto riesgo de sequía, donde hay estancias muy grandes pero también una cantidad de productores chicos, generalmente ganaderos ovejeros, a los que su unidad agropecuaria no les permite vivir dignamente por métodos tradicionales y que tienen una gran dificultad para asociarse. Queremos trabajar para dejar instaladas organizaciones de productores que sepan reclamar sus derechos y que sepan que en el proceso colectivo siempre van a estar mejor que individualmente. Para eso se creó un Fondo Rotatorio con Uruguay Integra que se llama Proyecto Ovino, donde se capacita a los productores. El productor chico generalmente cría el ganado y lo vende chico, o sea que el valor agregado del ganado gordo no queda con él si no que el productor grande lo compra, lo inverna y lo vende a los frigoríficos. Este proyecto capacita al productor y a sus hijos en el engorde de corderos, le financia la producción de comida y le ofrece diferentes alternativas tecnológicas”. La primera etapa finalizó con una evaluación positiva, “se trabajó con 30 productores y se faenaron 2800 corderos. El productor tuvo un 40% más de ganancia. Hoy hay demanda de parte de los productores para entrar a este programa lo que nos permite decir que la segunda etapa va a ser más positiva aún. Ahora, lo que queda instalado acá son grupos de productores. Coordinamos con Colonización el acceso a campos para el engorde colectivo como la Colonia Juan Pablo Terra. Hoy trabajamos en el mejoramiento de pasturas y en la producción de cordero pesado. Para nosotros lo más importante es el proceso de trabajo colectivo en la fase productiva y en la toma de decisiones. Un día nos vamos nosotros y quedan los grupos con conciencia de que pueden trabajar juntos”.

La tercera es una zona de arenisca en los alrededores de Artigas, “difícil de trabajar, de producción hortícola y dedicada fundamentalmente al cultivo del tabaco. Este cultivo tiene la particularidad de que hay que dedicarle mucho tiempo y es prácticamente un monocultivo. Es bastante esclavizante y no existe una organización con incidencia entre los productores que pueda negociar con la industria. Para nosotros los desafíos son tres. Uno, el 80 % de este cultivo está asentado en una zona de productores que no tiene resuelta la tenencia de la tierra. Colonización va a solucionar este problema para que los productores puedan acceder a créditos. Además la estabilidad les permitirá hacer inversiones. Segundo, los tamaños de los predios son demasiado chicos. Estamos impulsando un proceso de diversificación productiva para que el productor pueda llevar adelante su vida sin depender de un monocultivo. El cultivo del tabaco tiene algo positivo y es que tiene solucionada la venta e industrialización pero trabaja con mano de obra familiar, y si analizamos los salarios que percibe cada integrante de la familia durante el año, estos son magros e irrisorios. Lo que queremos no es sustituir el cultivo del tabaco sino instalar otras alternativas que le permitan al productor definir si quiere seguir con el monocultivo o no. Por ejemplo, la horticultura, aunque tiene el problema de la comercialización. Entonces también tenemos que promover cadenas agroindustriales chicas y grandes que le permitan al productor plantar con la seguridad de que va a vender. Para eso impulsamos el proyecto Pintado Grande”.

Entre las dificultades que encuentran, Ayala señala el de las tecnologías a aplicar, el acceso a créditos y el convencer al productor de que le va a ir bien ya que se trata de un sector social con dificultad para agremiarse y para integrar un proyecto colectivo.
El Proyecto Pintado Grande se asienta en un predio cedido en comodato por el Ministerio del Interior. Allí se instalarían áreas demostrativas en la faz productiva. “Son 139 hectáreas a las que el productor puede ir a capacitarse, mirar y ver si le sirve o no. Para eso instalamos praderas para el engorde de corderos, con el Instituto de Investigación Agropecuaria vamos a hacer un banco de semillas, producir plantines para que el productor pueda acceder a ellos por costos reducidos, estamos trabajando también en la producción de cerdos y en estos predios también incluimos algún productor que no tenga tierras productivas”.

El acuerdo con el MINT incluye que la Intendencia de Artigas capacite a un grupo de reclusos seleccionados por el ministerio y en régimen de extramuros. La capacitación es la misma para los presos que para los productores y se les ofrece “en todas las tecnologías que se manejen en ese predio. ALUR va a invertir unos cientos de miles de dólares y va a instalar una microdestilería de producción de alcohol carburado. Es un proyecto con cultivos alternativos, no caña de azúcar sino sorgo sacarígeno y boniato. El boniato es uno de los cultivos que se adapta a estas tierras, sirve para la alimentación humana y el descarte de un 60% serviría para producir alcohol a base de almidón de boniato. Es una tecnología brasilera adaptada a pequeños productores, va a producir unos mil litros de alcohol diario y alrededor de esta usina van a funcionar las hectáreas de cultivo. Si validamos la tecnología y el productor se entusiasma, nos permitirá integrar a los pueblos de la campaña a cadenas productivas agroindustriales. Colonización tendrá que ver de qué manera los habitantes de los pueblitos, las mujeres y los peones rurales, pueden acceder a las tierras. No tenemos muchas alternativas para los pueblos de la campaña. El boniato tiene un componente de mano de obra familiar muy importante. Si hacemos un cálculo comparativo entre la rentabilidad del cultivo usando mano de obra familiar y usando mano de obra contratada vemos que con mano de obra familiar se trepa a un 200 o 300% la rentabilidad, es un cultivo muy barato que su tecnología la manejan los productores muy bien. Permite hacer con los desechos de la cosecha la vinaza, muy rica en proteínas, permite instalar una cadena de producción animal en combinación con ella. No tiene impacto grande en la economía del país, pero tiene un impacto social muy importante, porque les estamos generando alternativas a los productores familiares y también a los habitantes de la campaña que hoy no las tienen. Hay pueblos que están desapareciendo, las escuelas que hace unos años tenían 80 o 90 alumnos hoy tienen 25. Nosotros tenemos que revertir esta situación generando proyectos productivos y cadenas de riqueza que permitan a la mujer, al hombre y a los niños poder mantenerse, capacitarse, estudiar y hacer cursos universitarios. Y si la idea funciona se pueda extrapolar a toda la zona norte del país.”
[i] De Bartolomé Hidalgo
Publicado en la revista Cuadernos de Compañero Nro.8
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