Comparto de una conferencia de Carlos Fuentes sobre creación literaria, brindada en 2007, un pequeño tramo:
«Aparte de toda racionalización freudiana -el sueño distorsiona, desplaza, simboliza- sí puedo aceptar que en el sueño reaparecen los muertos que amamos a decirnos en secreto lo que no nos pudieron decir de viva voz. Si esto es cierto, entonces en el acto de soñar se aparecen no solo los fantasmas de la creación, sino sus destinatarios, es decir, su público primero y primario:
Los seres amados.
Soñar es crear porque en el sueño, que es la mitad de la existencia, se dan cita la gestación de la vida y el anuncio de la muerte. Portal privilegiado en el que chocan las manos los extremos de origen y fin, ¿cómo no ha de trastornar lo onírico lo racional, introduciendo en la indiscreción de esto la indiscreción de aquello?
Llegar a un compromiso que no comprometa al sueño, pero tampoco sacrifique a la razón, abre la puerta -doble puerta, difícil de guardar- entre lo que le robo al sueño y le doy a la vigilia, porque aunque creo, iluso, controlar la puerta del amanecer, no estoy seguro de saber si abro o cierro la puerta de la noche.
Hay algo cierto. Y es que este proceso no es hostil ni hacia mí ni hacia los demás. Y es peligroso, sí, pero solo para mí. Sabiendo anoche lo que iba a escribir hoy, ¿cómo escribiré ahora lo que antes ignoraba?»
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